sábado, 7 de julio de 2012

Mi ciudad dormitorio…

Aterricé por “mi pueblo” gracias a que alguien me comentó lo bien comunicado que está y los buenos precios de pisos que podía encontrar. Todo cierto y muy acertado, porque inmediatamente después los precios se dispararon. Pero aquí encontré yo mi hogar…aunque lo llevo a pachas con el susodicho bankgster de turno, esto hasta que las cosas mejoren, vuelva a reencontrarme con mi amiga Liquidez, ahorre ¿cómo era eso de ahorrar?  y fulmine mi deuda con la consiguiente superpedorreta  y corte de mangas en la puerta de la susodicha sucursal baksgsteriana. Con el tiempo he ido sintiéndome ciudadana de esta ciudad que ha eclosionado ante mis ojos y ha duplicado su población sin apenas darnos tiempo a digerirlo. De pronto el nuevo ambulatorio se quedó pequeño, así como la estupenda piscina climatizada y la biblioteca…que parece de los siete enanitos. Aún así los que han ido llegando se han ido acomodando, los que prosperaron ya se marcharon buscando lugares mejor situados y otros seguimos soñando con vivir algún día donde realmente querríamos hacerlo sin menosprecio a este nuestro pueblo, que eso de ciudad dormitorio no le hace justicia. Y digo esto porque aquí he conocido y espero conocer gente estupenda…tengo un médico que me trata como si fuera de su familia…compañeros de trabajo que se han convertido en amigos de esos que te curan el desánimo con esmero, un hogar llenito de luz para pintar  y dibujar, una calle por donde corre siempre un vientecillo muy agradable (bueno algunos días huele a fábrica, pero sólo algunos días) y una hilera de cipresitos que pronto serán grandes y altísimos. Y últimamente, en mis paseos matinales (temprano para encontrarme esa brisa tan fresquita que corre por ahí) pues he ido descubriendo pequeños rincones tan lindos como los de cualquier otro lugar. Sólo hay que prestar atención y la belleza  viene a tu encuentro. La comparto hoy aquí. Buen finde.









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