lunes, 8 de agosto de 2016

Erase una vez Parte II…

Pues a riesgo de caer con el infame usurpador…(véase…Erase una vez Parte I…http://adadealkar-didi.blogspot.com.es/2016/07/erase-una-vez.html ) la coartada y sufridor@ del susodicho no pudo callar más y habló. Habló primero con los responsables del plan de empleo para denunciar la dantesca actitud de semejante individuo, tomaron nota pero no se hacen cargo…la pelota pasa a departamento y concejalía. Habló con el responsable del departamento al que chulea el usurpador y hete aquí que  ya tenía aviso de comportamientos poco menos que poco aceptables del susodicho. Oh sorpresa!! Si servidora no abre la boca en los seis meses, este personaje hubierase ido de rositas y el próximo año hubiera sido contratado de nuevo para chulear y atormentar a alguna otra persona decente…Increíble pero muy cierto…Llégame la sospecha de que este tipo viene apadrinado por asuntos sociales para que se recicle en persona de bien, pero él no tiene ninguna intención en convertirse en algo tan moñas. Reciclarse, integrarse, etc. es importante, necesario…de justicia y todas esas bonitas palabras. Pero asuntos sociales nunca los integra en sus oficinas pegaditos a su mesa, nos los integran a personas normales a los que nos obligan a soportar situaciones lamentables, algunas rayanas en cierto grado de maltrato de baja intensidad…Y esto no es necesario, ni justo, ni bonito. Todo lo tenemos que cargar a la espalda las personas decentes porque hay mucho listo que se quita corriendo el muerto en todos los estamentos y todas las circunstancias. Se ha cursado un informe bastante negativo referente a este señor…ja, ja qué bonito eufemismo lo de señor. Y bueno un despido que debería de ser inmediato por faltas bastantes importantes como absentismo crónico, hacerle pedorretas a los superiores, indisciplina, desidia y reincidencia en comportamientos poco instructivos pues ya se demora una semana. Y además no está tan claro lo del despido…que lo mismo lo reubican en otro departamento para que le haga la cusqui a alguna otra persona decente…El mundo es una barca dijo Calderón de la Mierda…PD: Y desde estas líneas  doy gracias a toda esa gente que si se integra, sean cuales sean sus circunstancias. Personas muchas de las cuales vienen del mismito infierno, pero que aprovechan las oportunidades que la vida tiene a bien traerles y además de educadas siempre te obsequian con una sonrisa…Que la Luz les acompañe..

Recomiendo...


El mal ajeno: Si te pusieras en la piel de un director de cine novel en el momento en el que se dispone a dar el salto del corto al largometraje,  seguramente, matarías porque te produjera tu ópera prima alguien como Alejandro Amenábar (Ágora); porque participaran actores tan conocidos en el cine español e independiente como Eduardo Noriega (Abre los ojos); o para que te escribiera el guión Daniel Sánchez Arévalo (Azul oscuro casi negro - Gordos). La suma de estos deseos o anhelos de cualquiera que se enfrente a esta situación, es lo que le ha ocurrido a Óskar Santos, conocido por cortos como: Torre y Soñador; que se ha rodeado en su primera incursión en el cine por un elenco que muchos querrían a su lado.  El mal ajeno transcurre casi en su totalidad en un hospital y tiene como personaje principal a un médico que trabaja en la unidad del dolor.  Diego (Eduardo Noriega) es un doctor acostumbrado a manejar situaciones límite, ya que, forman parte de su vida diaria al trabajar en el hospital. Debido a esta rutina, se ha inmunizado frente al dolor ajeno, pero, tras el intento de suicidio de Sara (Angie Cepeda), una de sus pacientes, la vida de Diego y de los que le rodean, penderá de un hilo porque, a veces, la realidad esconde algo extraordinario. La historia busca aunar lo cotidiano con lo extraordinario, con un comienzo en travelling en donde se muestran pacientes que se desahogan frente al doctor, de espaldas a la cámara, para seguir con sus confesiones, esta vez frente  a una cámara de video que nos muestra sus caras, intercalándolas a un lado u otro de la pantalla, buscando el dinamismo. Un comienzo en el que Óskar Santos sitúa al espectador en la situación a la que se debe enfrentar diariamente el personaje de Diego, colocándonos frente al dolor ajeno. Paralelamente a estos desahogos, un hombre recoge sus cosas en una habitación, de forma nerviosa y algo desesperada que parece una huída... Y así comienza el día a día de Diego: frío, seco, ajeno a todo lo que le rodea, incluso a su familia, que se descompone poco a poco; un hombre que pasa por sus pacientes mientras le recomienda a su residente que no les mire, que no les pregunte por sus vidas, porque es la única manera que tiene para evitar que le afecten desgracias desconocidas.  El personaje que destaca a lo largo del film, el eje de la historia es el interpretado por Eduardo Noriega. Puede que parezca una casualidad que actúe en el primer trabajo de Santos, pero, las casualidades no existen. Su personaje recuerda al que interpretó en Abre los ojos, guardando las distancias; un hombre perturbado, al que le ocurren sucesos fuera de lo común, con éxito en el trabajo pero desgraciado en su vida privada... y a su director, por lo que el actor se mueve con comodidad y muestra las emociones en las diferentes situaciones a las que se enfrenta con credibilidad.  El film es una mezcla de thriller y drama, salpicados con esos toques de humor característicos en los guiones de Daniel Sánchez Arévalo. En dichos momentos en los que se intenta liberar la tensión en el espectador y mostrar situaciones cotidianas dentro de la familia, el personaje interpretado por Clara Lago sobresale con creces y logra que te olvides del dolor y sonrías. Esa mezcla entre lo cotidiano, representado en el día a día del hospital, con lo extraordinario comienza con fuerza, pero, a medida que avanza la película, va decayendo, complicándose cuando se intenta explicar el porqué a lo que le sucede a Diego, pero, no dejo de reconocer que el ambiente del hospital, un espacio iluminado por una luz tenue, oscura, consiguiendo así una gran fotografía,  la composición de los personajes dentro de los planos, con unos movimientos de cámara que  en momentos cruciales, como la escena en el garaje que desencadena la acción del film o el instante en el que descubre lo que está sucediendo, cuando recorre los pasillos del hospital, acompañados por los acordes de Fernando Velázquez y la Orquesta Sinfónica de Euskadi, hacen que el trabajo de Óskar Santos no pase totalmente desapercibido, a pesar de que no llegue totalmente a sorprender. El mal ajeno nos hace plantearnos si realmente nos podemos convertir en alguien como Diego, simplemente por tener miedo a sentir, a experimentar sensaciones que nos transmiten los demás, que hacen que nuestra seguridad se tambalee. A su vez,  nos ayuda a darnos cuenta de que, en muchas ocasiones, solo valoramos a los que nos rodean cuando estamos a punto de perderlos, algo que hace que reflexionemos al salir del cine.