Ayer
no amaneció. Una densa, húmeda y obstinada niebla se instaló en derredor y
secuestró el amanecer. Así que el sol tuvo que salir tarde, despacio y sin la
fascinante escenografía de luz y color a la que me tiene acostumbrada. No
obstante y desechando la idea de quedarme camuflada entre las flores de mi
edredón, salí a caminar como cada mañana, a despejar cuerpo, mente y espíritu…y
ahuyentar así a los dementores que pretenden empañarme los días de esta era de
ignominias…Como intuí que tras la blanquecina y espesa nube se ocultaban además
de los habitantes habituales (elfos, duendes, hadas y brujas, gnomos, troles y
demás parientes) algún premio a mi osadía de caminante impenitente, rescaté mi
cámara de fotos que se ha vuelto a instalar en mi mochilita. Y vaya si había
premio…que las plantas que moran en “mi senda de paz” se habían puesto guapas
aprovechando las preciosas gotitas que tan desapercibidas pasan en la niebla.
Así que mi paseo de ayer fue muy concurrido pues no paré de admirar los
preciosos tocados de perlas de agua que encontraba a cada paso. Aquí comparto
algunas instantáneas de mi paso por la nebulosa matinal de mi lunes sin sol.
Namasté.
No hay comentarios:
Publicar un comentario