martes, 9 de octubre de 2012

Diálogos en silencio:

Me gustan las fotos y confieso cierta debilidad por las imágenes en blanco y negro del período que comprende las dos guerras mundiales y parte de la guerra fría (tan fría ¿verdad?). Hace ya muchos años comencé a atesorar fotografías para, algún día, tener mi propio archivo en el que poder pasearme tranquilamente. Al principio me dedicaba a recortarlas de publicaciones, a fotografiarlas de ahí mismo o a fotocopiarlas. Después, cuando el ordenador se convirtió en mi sombra, amplié mi archivo capturando las imágenes de la red. De vez en cuando me gusta darme una vuelta por allí a ver qué se cuentan como si esperara respuestas, sugerencias, ideas, consejos, demostraciones visuales. Me he  sorprendido a mi misma hablando silenciosamente con el abuelo que me sonríe con esperanza desde esa foto que se hizo en el Madrid de 1937. El abu me guiña el ojo y me transmite su coraje y su irreductible determinación a aguantar de pie pase lo que pase. Algunas de las fotos que se acumulan por los rincones de Mis Documentos a veces “levantan la mano” para reclamar mi atención…son un tanto narcisistas. O quizás sus egos les llevan a pensar que tienen mucho que decirnos…yo no me puedo resistir; me pasa lo mismo que  con los libros en la biblioteca…si me dicen ven…voy. Hoy me apetece pasear por aquí algunas fotos de mi fotógrafo favorito y de su época…Él es Robert Capa…aunque la famosa foto del miliciano malherido siga bajo sospecha de falsedad yo le quiero. Atesorando el trabajo de Robert  comencé a bucear en el personaje y en el hombre. Tirando del hilo fui encontrando las historias de una serie de personajes que vistas desde aquí pretenden teñirse de un intenso romanticismo. Pero lo cierto es que aquella generación de seres tan creativos y valientes acabó sumergida en la clandestinidad, la precariedad, la huida constante, el vivir al límite dadas las circunstancias (algunos eran judíos o comunistas o…) desde que la Europa “nacionalsocialista” dijo: “Aquí estoy yo”. Y aún así esta gente, muchos de ellos apelotonados en un París momentánea capital de la libertad, legaron al mundo un arsenal de testimonios sobre su convulsa actualidad, impulsando una intensísima actividad informativa y cultural…La cultura “estallaba” de sus manos. Incluso se jugaban la piel, que bien lo supo Robert cuando perdió a su pareja Gerda Taro (“aquella polaca flaca” a la que yo también amo) en un trágico accidente sucedido en Brunete 1937 cuando cubrían la guerra civil por estos lares. O cuando él mismo pereció al estallarle una mina antipersona en Hanoi 1954, cubriendo la guerra franco-indochina. Bueno no os enredo más…ahí van.

Por cierto, leí hace tiempo (en una época en que alojé al fantasma de Robert en casa…tal era mi admiración) este librito. Es una biografía novelada ambientada en el París lleno de refugiados que contemplaban con estupor nuestra guerra. Allí se conocieron Robert y Gerda, y aunque peque de cierto aire romántico cuenta la vida cotidiana de esta gente que en poco tiempo serían testigos del infierno…Hay un pasaje que me gustó mucho por el tratamiento que le da la autora…y que bueno como mujer me llegó al corazón…quizás alguien comparta conmigo esa emoción.

YQue tengáis una  semana provechosa queridas visitasY
 


















 

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