Aterricé por “mi
pueblo” gracias a que alguien me comentó lo bien comunicado que está y los
buenos precios de pisos que podía encontrar. Todo cierto y muy acertado, porque
inmediatamente después los precios se dispararon. Pero aquí encontré yo mi
hogar…aunque lo llevo a pachas con el susodicho bankgster de turno, esto hasta
que las cosas mejoren, vuelva a reencontrarme con mi amiga Liquidez, ahorre
¿cómo era eso de ahorrar? y fulmine mi
deuda con la consiguiente superpedorreta
y corte de mangas en la puerta de la susodicha sucursal baksgsteriana.
Con el tiempo he ido sintiéndome ciudadana de esta ciudad que ha eclosionado
ante mis ojos y ha duplicado su población sin apenas darnos tiempo a digerirlo.
De pronto el nuevo ambulatorio se quedó pequeño, así como la estupenda piscina
climatizada y la biblioteca…que parece de los siete enanitos. Aún así los que
han ido llegando se han ido acomodando, los que prosperaron ya se marcharon
buscando lugares mejor situados y otros seguimos soñando con vivir algún día
donde realmente querríamos hacerlo sin menosprecio a este nuestro pueblo, que
eso de ciudad dormitorio no le hace justicia. Y digo esto porque aquí he
conocido y espero conocer gente estupenda…tengo un médico que me trata como si
fuera de su familia…compañeros de trabajo que se han convertido en amigos de
esos que te curan el desánimo con esmero, un hogar llenito de luz para
pintar y dibujar, una calle por donde
corre siempre un vientecillo muy agradable (bueno algunos días huele a fábrica,
pero sólo algunos días) y una hilera de cipresitos que pronto serán grandes y
altísimos. Y últimamente, en mis paseos matinales (temprano para encontrarme
esa brisa tan fresquita que corre por ahí) pues he ido descubriendo pequeños
rincones tan lindos como los de cualquier otro lugar. Sólo hay que prestar
atención y la belleza viene a tu
encuentro. La comparto hoy aquí. Buen finde.
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