Alguien me escribió esta hermosa
historia de amor y no pude resistirme a leerla cien veces y a dejar que mis
manos creasen las imágenes…Gracias Eva.
Texto de Eva Fernández, Asturias.
Dibujos de A.D.A, Castilla – La Mancha, con la colaboración de Salomón Amador
Cueto, Aragón.
Tista se miraba al espejo y no podía ignorar lo que le
venía a la mente…se veía aún siendo un guaje.
Siempre fue un crío soñador, de esos que se quedan embobaos a las
primeras de cambio; fueron tiempos duros, vaya que si lo fueron, pero aún así
los añoraba a menudo. Acabó de secarse y
maldiciendo por la hora se encaminó al
tajo o “al acabose” como él lo llamaba.
-Avispao, parezme que hoy tienes
suerte, te quedas en el embarque.
Un gruñido fue todo lo que contestó, le daba igual a donde lo destinaran, sabía que si venía a
buscarlo sería igual en qué lugar se encontrara. Allá dentro ella se movía como
pez en el agua y aunque él conocía cada rincón, no era lo mismo, cuando juegas
al escondite en casa del escondido, de poco valen los trucos.
-Avispao, hoy embarque-le dijo casi sin
mirarle el vigilante.
Todo el mundo de la mina le llamaba Avispao, decían que
se parecía a un toro bravo cuando salía de allí, negro como un tizón. Y dentro,
siempre alerta, nada se movía sin que él reparara en ello; los compañeros
decían que quien estuviera en su relevo podía estar tranquilo, al menor
movimiento raro dentro del pozo él avisaba, y pronto se veía a Tista moverse
intranquilo y desaparecer con cualquier excusa hacia el exterior. Al acabar el
día, apenas si tomaba una cerveza de un trago y para casa.
- ¿Qué prisa tienes siempre Tista? Como
si tuvieras alguien esperándote…
- Eso ye lo que tú no sabes…-contestaba
siempre.
Pero eso era la
realidad, nadie lo esperaba en casa, por decisión propia eso sí. Tuvo alguna
que otra novia, pero teniendo muy claro que nunca llegarían a más; a formar una
familia renunció el día que comprendió que el sino de los suyos se escribía en carbón, desde el día
que enterró a su padre siendo un neño de apenas 6 años, lo tenía clarísimo,
nadie iba a llorar y sufrir por su culpa……Si se cumplía su destino no dejaría
sufrimiento a su marcha. Su madre lloró
7 años seguidos cuando murió su padre y al año su hermano mayor, los dos en el
mismo pozo, en el mismo donde murió su güelo…estaba seguro de que era lo que a
él le esperaba si se descuidaba. Ella esperaba allá abajo, unos días en un
escape, otras en un costero…siempre al acecho para llevarse al último de casa “La Tiera”, no sabría si servirían de
algo tantas precauciones, pero él iba por lo menos a intentarlo. Dicen que el temperamento se hereda y
debe ser cierto porque de neño oyó muchas veces contar a su madre historias de
su padre; de cómo pudiendo marchar a las Américas, quiso quedase (“por cabezón
y necio” añadía siempre su madre) y bajar a la mina, a la misma que se llevó al
güelo de Tista, porque decía que una cosa ye tener miedo y otra ser un cobarde. Tener miedo ye normal, pero echar a correr ye
otra cosa, si el carbón le había quitao a su padre, él iba a picalo día tras
día mientras tuviera fuerza pa vengase, ahí iba a tar pa recordai a la mina que
topo duro con los de “la Tiera”. Y así pensaba Tista, nunca se le pasó
por la cabeza ser otra cosa que no fuera minero. Entre el temperamento heredado
y el carácter forjado entre lágrimas de una madre, que le pidió mientras vivió,
de rodillas todos los días que no fuera a la mina; cada día se afianzaba más en
la idea de ser el único paisano de los suyos que no muriera entre carbón. Pero últimamente la sentía
cerca, demasiado cerca, pocos días había que no escuchara ese silencio que la
precedía. La luz de su lámpara parecía apagarse y la oscuridad era más negra si
cabía cuando ella andaba cerca, podía sentirla tirando de él, estaba claro que
estaba lista pa llevárselo…ahora
dependía de él que lo consiguiera o no. Últimamente ya ni las noches fuera de
la mina eran tranquilas; se pasaba las horas imaginándose ante ella; se veía
vencido y muerto en un derrumbe o asfixiado por el grisú. Despertaba empapado y
con la sensación de abatimiento que da
la muerte, así encaraba jornada tras
jornada el tajo, preguntándose si hoy sería… Era un día de octubre aquel
que Tista miró al cielo por última vez, y se dio cuenta de que las hojas caían
balanceándose por el aire, un aire que apenas le llegaba para respirar, y pensó
que estaba muy, muy cerca cuando ya la sentía en la bocamina - En cuanto note
algo raro ahí dentro me salgo - pensó.
-Avispao, qué desgracia la mía tócame
contigo con lo vago que yes-le decía
Jamín, riéndose.
Apenas si le contestó, no quería que nada le sacara de su
abstracción. Hoy más que nunca sentía que tenía que estar centrado y alerta.
Apenas una hora después, cuando estaban
picando carbón, sintió un ruido que apenas sería perceptible para otro,
y ahí estaba, ante él una sombra brillante parecía querer salir de la
roca. Se estremeció y supo que había
llegado el momento, gritó a su compañero que corriera pero su grito quedó
ahogado ante un derrumbe de carbón que los dejó medio sepultados. Miró a Jamín y vio el horror y el miedo debajo de la sangre que
corría por su cara que mezclada con el carbón formaban un color que el
reconoció al instante. Ese era el color que recordaba haber visto en la cara de
su padre cuando salió de casa el día aquel en el que nunca regresó. Tista se
descubrió tranquilo, se diría que hasta aliviado después de tanto esperar, aquí
estaba enfrente de su destino, se alegró de que nadie lo esperara en casa,
apenas si cuatro parientes lejanos le dedicarían unos lamentos, sus compañeros
sabía que le llorarían, pero en sus casas ya seguros se alegrarían de no ser
ellos. No lo pensaba con maldad, es normal y se llama supervivencia, pensó. Su pensamiento
se interrumpió ante un nuevo derrumbe, más pequeño, esta vez solo había sido
una nueva amenaza; entonces lo comprendió, sólo uno saldría de allí vivo. El
aire escaseaba y Jamín no llevaba el autorescatador…a él si le llorarían, una
muyer y 3 fios quedarían marcaos con las
cicatrices invisibles de la mina. Como pudo peleó por poder colocarle el suyo y
rezó por primera vez en su vida para que no tardaran en sacarlo. No supo si
pasaron minutos o horas, solo que se dejó llevar por una manto que lo envolvió,
con la tranquilidad de estar en casa, del deber cumplido…Lo que Tista ya no
sintió fueron los gritos de sus compañeros, tratando de reanimarlo, los llantos
en la bocamina cuando lo sacaron tapado con una vieja manta, no vio el dolor de
los amigos, ni oyó a Jamín darle las
gracias noche tras noche durante años, sabiendo que su vida era un préstamo que
Avispao le había dado.
En “la Tiera” encontraron una especie de testamento que Tista había hecho hacia 19 años, el mismo día que entró en la mina por primera vez y en él podía leerse: “…Y si me quedo allí dentro, tenéis que saber que presenté batalla, que aún sabiendo que estaba escrito mi destino, no por ello me resigné. Desde que supe cómo murió mi güelo, como mi padre siguió sus pasos, esperé el momento en que le tocara a mi hermano. Callaba cuando se iba y respiraba cuando volvía, apenas si levantaba un palmo del suelo y asimilé mi destino el día que lo enterramos. Ese día juré que yo iba morir de vieyo, pero si leéis esto ye que fue una esbabayada mía, en este sobre espero dejar el dinero suficiente para que mi muerte no suponga gasto para ninguno de mis parientes Iré guardando cada día de cobro una cantidad, espero que me dé tiempo...si estimáis a bien cuando vayáis al cementerio poner entre la tierra una losa de pizarra que diga: “No ye lo mismo tener miedo que ser un cobarde”… El último de La Tiera.
Salomón Amador Cueto: Desde entonces
(23.02.2013) yo me he dado cuenta que no puedo estar sin vosotr@xs y sé que
igual que a mi os pasa a tod@s, por eso, porque hemos formado un gran equipo,
en el que estamos muy pero que muy unidos, una familia minera, porque lleváis
tod@xs en la sangre la lucha minera…Por todo ello cuando me dieron la
oportunidad de escribir una dedicatoria para este precioso cuento, me alegró
mucho así que…va por esta GRAN FAMILIA,
LA QUE VA A GANAR Y QUE LUCHARÁ HASTA EL
FINAL. Os queremos.
El carbón es todo negro y rojo nuestro
corazón…
La vida nos da la oportunidad de escribir
mejorar y corregir nuestra historia todos los días,
no perdamos esa oportunidad y siempre nos sentiremos
afortunados por ser los guías de nuestro propio destino...
Un abrazo soñando
y un beso amando
Atte.
María Del Carmen
Muchas gracias por tus bellas palabras, ya te echaba de menos por aquí....bienvenida como siempre Gata.....un Abrazo de Luz
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