Me llamo…Laura, pero
también me llamo Ana, María, Isabel, Fátima, Malika, Jennifer…qué más da cómo
me llame…Estoy muerta. Sí, estoy muerta…Estoy muerta porque me mató.
Se ve que alguna vez
me quiso, aunque nunca me amó… Y me quiso tanto que decidió hacerme suya, en
usufructo y en propiedad, en la alegría y la enfermedad…hasta que la muerte nos
separase. Y la muerte nos separó…porque me mató.
Simuló que me amaba
cual araña que envuelve con primor a esa mosca incauta que se quedó prendada en
la bellísima tela. Hizo que me amaba mientras sembraba nuestra tierra de
incertidumbre, de desprecios, de acosos silenciosos y furtivos para recoger el
fruto de los reproches…De los miles de reproches que fabricó como el alegato
del más temible fiscal.
Y así, me fue
golpeando sutilmente, poco a poco, sin aparente daño o dolor…Y así me fui
convirtiendo en ese pequeño e insignificante insecto a merced del depredador. Y
así comencé a sentir que él tenía razón.
Según yo me iba encogiendo
de vergüenza y miedo porque no “estaba a la altura de lo que esperaba de mi un
príncipe azul”…¡mi príncipe! (¡porque yo era de las afortunadas que tenían príncipe!!!)…pues él se iba creciendo,
se hacía fuerte y se frotaba las manos imaginando lo que vendría más adelante.
Para mantener mi nivel de temor en un grado aceptable para sus propósitos
psicopáticos, solía premiarme con momentos inolvidables…un amplio repertorio de
detalles que cualquier “princesa” podía desear y soñar…Y la princesa se sentía,
de pronto, indigna de ser tan pacata, tan desconfiada y tan poca cosa. ¿Ves? Si
en realidad es un hombre maravilloso, si todo lo que hace es para
protegerme…por mi bien…por mi bien…
Y por mi bien, y cuando
estimó que estaba lista para ser más suya todavía…
Ahí llegó Pánico, me
rendí y le acepté como compañero
inseparable. Los primeros golpes fueron sutiles, tanto que pensé que me los
merecía por distraída, por desordenada, por estar atontada de tanto amor…Pero
no mucho más tarde Pánico empezó a ser la tercera pieza en mi matrimonio.
Los momentos
memorables empezaron a sucederse….El memorable primer bofetón…Dios! ¿Qué
torpeza he cometido para que se ponga así? El memorable primer empujón que me
dejó tirada en el suelo con un chichón enorme en la cabeza ¿Pero qué ha pasado?
Y el más memorable de todos…el día de la primera paliza.
Y de repente te
preguntas…¿Dónde se fue mi príncipe?
¿Qué estoy haciendo mal? ¿Quién es este energúmeno? ¿Qué está pasando? ¿Quién
soy?
Y ya es tarde, porque
te sientes tan insignificante, tan indigna que te crees que te mereces todo lo
que te está pasando. Y aprendes a convivir con Pánico, aprendes a disimular
para que tu entorno no lo note…para que tu padre no se entere y le busque y lo
mate por maltratarte. Porque es MALTRATO!!
Aprendes a disimular
el dolor y los moratones…hasta que un
día toca momento memorable y pasamos a la fase de “te dejo medio muerta donde
te pille”…y ahí ya no puedes disimular más porque todo el mundo ve tu sangre correr
por tu cara, tus ojos morados, tus movimientos dolientes por todo el cuerpo.
Y, de repente, te
haces visible. Dejas de ser insignificante. Por fin tu infierno se hace
presente. Todo el mundo empieza a encajar piezas, los protocolos para lo que te
pasa se ponen en marcha. Si, te está pasando a ti. Si, vives con un enemigo
depredador que está preparando el acto final del terrible y lamentable sainete
que ha hecho de tu vida.
Y en ese momento te
pasa por la mente todo lo que estás soportando y el instinto de supervivencia
te permite reaccionar y aceptar que se reconozca tu situación. Aceptas que
todos los que han de protegerte te protejan. Por fin aceptas que tienes que
alejarte del depredador antes de que pase a la memorable fase de “antes te mato
que lejos de mí y verte con otro”. Y te cuesta salir de tu insignificancia, de
tu mísera autoestima. Pero todos te protegen, todos te cuidan y en algún
momento te acuerdas de esa mujer estupenda que eras y que tienes que volver a
ser.
Tienes que
recuperarte, tienes que encontrarte contigo misma, creerte quien eras y
desechar la ignominia de sentirte un triste felpudo. Y te pones a ello, y lo
intentas, y aparcas a Pánico para que te permita respirar. Y ves un nuevo
horizonte y una nueva vida. La vida de todo el mundo. Una vida normal…sin
acoso, sin dolor, sin golpes….sin araña. Una vida con todos los tuyos, con
todos los engranajes del sistema de protección. Todo funciona con precisión.
Pero el ser infame no
se resigna sin más con todo este teatrillo mediocre de tu escapada y busca la
manera de llegar a ti, de llegar a tu corazón, de llegar a tu alma para
pisotearla por última vez, porque huele tu pánico, huele tu dependencia emocional.
Demasiado tiempo conviviendo con el verdugo…
Y, en contra de todo
y todos, aceptas un encuentro para deshacer vuestros vínculos civilizadamente.
Para hacerle entrar en razón…Si volviera a ser príncipe, volvería…¿volvería con
él? No, no volverás.
Y ciertamente, no
pude volver porque me mató. El momento memorable de nuestro último encuentro
fue que me mató y cumplió con su objetivo…anularme…Y desde entonces estoy
muerta. Pero no estoy acabada…
No, no lo
estoy…Porque os tengo a vosotras, HERMANAS!! No permitáis que mi nombre, ni el
nombre de ninguna mujer asesinada se borre de la historia. Dadnos voz
HERMANAS!!
No permitáis que nos
ignoren. No permitáis que tengáis que justificarnos o justificaros vosotras por
custodiar nuestra memoria. No permitáis que nos banalicen. No permitáis que
hagan de nosotras demagogias infames. Vosotras sois nuestras paladines.
Vosotras sois el río incontenible de Sororidad que no va a parar nadie. Sois
Vida, sois Amor.
Y sed inteligentes y
generosas como presta a nuestro sexo. Abrid los brazos para que hombres, mujeres y niños vengan acompañaros
en esta senda hacia el Amor, hacia la Igualdad entre todos los seres humanos, y
podamos construir un mundo mejor.
Construir un mundo
que yo también me merecía, pero que no me dio tiempo de alcanzar.
Me enorgullezco de
todas vosotras y de todos vosotros, que nos dais voz. Me enorgullezco de
vuestro poderío, me emociono al veros caminar con orgullo por todas nosotras,
una y otra vez con vuestros lazos violetas (mi color favorito).
No estéis tristes,
caminad, caminad sin descanso y con la cabeza muy alta porque nos lo merecemos,
porque somos Amor.
Gracias
Me dejas sin palabras... pero quiero darte mi enhorabuena por tan bonito artículo
ResponderEliminarGracias, gracias, gracias