Edmund Blair Leighton
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Las excelencias de la monarquía…las excelencias
de las cabezas coronadas…la solemnísima solemnidad de una coronación…exaltación
del romanticismo, del porte aristocrático, de la sangre noble, de los rancios
abolengos…Despliegue inaudito y ración doble de las virtudes congénitas de la realeza
para devolver oportunamente al confortable redil a ese ingrato pueblo que osó
expresarse libremente…Eso está mal, muy mal, feo y es una vulgaridad…El pueblo
no es consciente del incalculable valor que contiene el glorioso vasallaje
histórico que nos hizo un imperio, que nos hizo grandes…muy grandes y a algunos
ricos…muy ricos…(no quiero pensar en el coste de todo el cortejo de solemnidad melodramática
que se nos avecina…estando como estamos, algunos ya hasta sin casa)…Hay pueblos
con tristes destinos… Señores elefantes declárense grandes pero sobre todo
libres a partir de ahora…
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