Ignominia: Del latín ignominĭa. Según la
Real Academia de La Lengua: Afrenta pública. No hay más que decir… Hace unos
días solicité cita en una asesoría municipal. Nuestro ayuntamiento ha tenido a
bien abrir un punto de información gratuito para la ciudadanía dado el cariz
que está tomando el tema de la vivienda. Afortunadamente mi caso no es
“sangrante” gracias a que tengo una
familia que puede ayudarme y que entro en la moratoria de desahucios…dos
regalos de Navidad…La persona que me atendió, amabilísima, se ve que llevaba ya
mucho encima a esas horas de la tarde y la pobre aprovechó a darse un respiro conmigo al ver que mi consulta
no era una ignominia lacerante como las que “se come” mañana y tarde. Pues esta
gente además de asesorar ciudadanos desesperados, ejerce el turno de oficio. Es
decir, mañana y tarde asistiendo a ciudadanos azotados por la maldita crisis.
Una vez resuelta y aclarada mi consulta pues aproveché yo también para darle un
poquito de aire y preguntarle cómo llevaba estas circunstancias que asolan
tantas vidas. Me contó que su colectivo y ella particularmente, estaba agotada
moralmente y deprimida, aún cuando tiene un empleo vocacional, más o menos bien
pagado para lo que hay, y puede continuar llevando su vida habitual. Me explicó
lo doloroso que le resulta llevarse todos los días a casa el dolor, la
desesperación y la indefensión de tantos ciudadanos “normales” (que tenían
empleo, pagaban sus facturas, ahorraban, pagaban sus impuestos). Me explicó
cómo día a día escuchar las desgracias de tantas personas, como el mantener el
tipo y la cabeza fría para ayudar a esta
gente le estaba minando la moral de forma progresiva. Me contó
confidencialmente, por lo que no nombraré el ayuntamiento ni la oficina donde
me atendieron, que están dando información-orientación y derivando a todos los
afectados de impagos-desahucios-y demás desgracias directamente sobre cosas que
saber, lugares donde ir y personas con
las que contactar, que tenemos a nuestra disposición y que desconocemos. Todo
esto claro saltándose competencias profesionales que deberían ejercer otros.
Por sus palabras llegué a la conclusión de que el “Padre Estado” está dejando
con el culo al aire a todos sus hijos más débiles porque no sólo debería dar
cobertura social a TODOS los que se está llevando por delante este marasmo,
sino que también debería darles cobertura jurídica…O fomentas el empleo, pones
leyes que se cumplan, aplicas la ley a todos y creas riqueza, o amparas a los ciudadanos
con ayudas sociales, formación para
reciclarse y reinsertarse profesionalmente, proteges su derecho tener una
vivienda y les pones un abogado de oficio para protegerlos de un desahucio que
no saben que pueden evitar porque desconocemos todas las opciones que se pueden
negociar, que parecen unas cuantas. ¿Por cierto, cuánto nos habrá costado
la recepción que se ha dado para celebrar el día de la Constitución? ¿No
nos la podíamos haber ahorrado y
repartirla entre personas sin recursos? ¿Por qué seguimos viviendo en un mundo
de dos realidades?
Desde aquí reitero mi sincero agradecimiento a todas las
plataformas ciudadanas, colectivos profesionales y ciudadanos que nos estamos
revelando contra esta era de ignominias, desde donde podemos y con los derechos
que nos amparan constitucionalmente, porque JUNTOS PODEMOS. Gracias.
DIPINTO DI BLU…Primer Taller Creativo.
Combatiendo
las ignominias con Palabras Mayores III
(Estrella Digital): Parados
mayores de 50 años, cuando la edad y la experiencia se convierten en un lastre. Más de un
millón de personas de este colectivo se encuentra atrapado en un 'limbo
laboral' sin poder trabajar ni jubilarse, mientras se ven obligados a subsistir
con una ayuda de 426 euros tras agotar el paro. Están parados, tienen más de
50 años y albergan escasas esperanzas de encontrar un nuevo
puesto de trabajo antes de alcanzar la edad de jubilación. El elevado desempleo
que azota a España se ceba especialmente con los integrantes de este colectivo,
una sangría que ha dejado a más de
un millón de mayores de 50 años sin trabajo, según datos de la
última Encuesta de Población Activa
(EPA). Despedidos,
víctimas de expedientes de regulación de empleo o prejubilados, los parados de
entre 50 y 64 años se hallan inmersos en un escenario desolador donde su
experiencia no es valorada por empresas que sólo buscan rentabilidad y
beneficios al menor coste. Apartados del mundo laboral, con la autoestima por
los suelos y a la espera de alcanzar la edad para jubilarse, muchos quedan
atrapados en un limbo laboral de varios años -en el peor de los casos pueden
ser hasta quince-, sobreviviendo con un mísero subsidio de 426 euros, una vez agotada la
prestación por desempleo. ESTRELLA DIGITAL se ha puesto en contacto con cuatro parados mayores de 50
años para conocer de cerca el drama de estar sin empleo a una edad madura y con
pocas expectativas de reinsertarse en el mercado laboral. “No encuentro nada, estoy desesperada”, cuenta Pilar Recuero, una madrileña
de 53 años que lleva tres años
en paro. “Al principio guardaba la esperanza de encontrar un nuevo puesto de
trabajo, pero ahora, tras ver que pasan los meses y no encuentro nada, estoy cansada de buscar ofertas de trabajo
en internet, de que me hagan un perfil en las oficinas del INEM y de que me
pongan trabas por mi edad”,
asegura apesadumbrada mientras se enciende un cigarrillo en una animada terraza
del barrio del Pilar. Casada y madre de tres hijos, se define como una mujer
muy válida y currante; no en vano, lleva trabajando desde los quince años. Sin
embargo, a los 50 años se quedó por primera vez en paro tras ser víctima de un ERE en la empresa de
decoración en la que trabajaba. Acostumbrada toda la vida a compaginar el
trabajo con el cuidado de la familia, a Pilar le resulta desolador dedicar toda
su jornada a ser ama de casa, puesto que su “meta” no es ser sólo eso, sino que
también necesita un trabajo para
“realizarse como mujer y ser feliz”. La conversación con Pilar se tiñe
aún más de pesimismo al
relatarnos las pocas entrevistas
a las que ha tenido la oportunidad de ir y ver cómo su futuro laboral se
oscurece a medida que pasa el tiempo por culpa de su edad: “Cuando vas a una
entrevista, a la que va mucha más gente, y ves que se suelen quedar con la gente más joven y la experiencia no
cuenta, te desanimas mucho”.
Pilar considera que por ser mayor de 50
años está en el olvido, ya que los jóvenes vienen pisando fuerte y los
empresarios rechazan “nuestra experiencia”. No obstante, mantiene un hilo de
esperanza si el Gobierno logra revertir la situación económica y poco a poco se
van viendo signos de crecimiento para que las empresas empiecen a generar
empleo. Pilar pudo beneficiarse del subsidio
de los 426 euros hace un año, cuando la edad necesaria para percibirlo
eran los 52 años. Sin embargo,
el Gobierno de Mariano Rajoy
aprobó el pasado mes de julio elevar a
los 55 el límite legal para empezar a cobrar esta ayuda. Esta medida
hará más vulnerables aún a aquellas personas que pierdan su empleo con 50 años,
ya que cuando agoten sus dos años de prestación por desempleo, se verán
condenadas a subsistir tres años hasta los 55 sin ningún tipo de ingreso
económico. Esta modificación supone un nuevo jarro de agua fría para los
parados mayores de 50 años, después de que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero aprobase en enero de 2011
la reforma del sistema de pensiones,
mediante la cual elevó, de forma
progresiva hasta 2027, la edad de jubilación de 65 a 67 años para
aquellas personas que no hubieran cotizado al menos 38 años y 6 meses
completos. Además, se modificó el período
de cálculo de las pensiones pasando de 15 a 25 años, que se implantará de manera progresiva al ritmo de
un año por año hasta 2022. A pesar de las presiones de Bruselas para que España acelere el retraso de la edad
legal de jubilación de los 65 a los 67 años antes de 2027, el Gobierno
de Rajoy se resiste a ello, consciente del coste electoral que supone. Para
tratar de frenar la sangría del desempleo en los mayores de 50 años, el
Ejecutivo aprobó el pasado 26 de octubre un Real Decreto, por el que las empresas de más de cien empleados
que registren beneficios deberán asumir el coste de los despidos de los
trabajadores mayores de 50 años, compensando así al Estado por el gasto que
supongan en subsidios y prestaciones por desempleo.
Los
parados mayores activos defienden su derecho a trabajar: Ángeles Antón, presidenta de la Asociación de Parados Mayores Activos de Madrid,
considera más que insuficiente la medida del Gobierno. Desde su asociación reivindican
la creación de bolsas de
trabajo específicas para desempleados mayores de 50 años, así
como elevar las bonificaciones para que las empresas generen más puestos de
trabajo y contraten a personas de esta edad. Ángeles, de 59 años, es desde hace doce
meses una parada más en las colas del INEM. Tras haber trabajado como
secretaria de dirección en empresas como Michelin, en la oficina de comercial
de la Embajada de Cuba en Madrid e incluso en la cocina de un restaurante
–según cuenta es una magnífica cocinera-, Ángeles sufrió un despido improcedente en su
último trabajo como comercial en una gran empresa. Ésta alegó su despido
asegurando que atravesaba una mala situación y por ello se veía obligada a
despedir a Ángeles; sin embargo, la compañía siguió contratando nuevos
trabajadores. Pese a que el verdadero motivo lo desconoce, esta madrileña del
distrito de Vallecas fue despedida y desde entonces no ha tenido mucha fortuna
en su búsqueda de empleo, pues sólo ha
tenido una entrevista de trabajo en los últimos meses. Por el momento, disfruta del subsidio
por desempleo, pero reconoce que cuando se le acabe el panorama será “bastante negro”. A su
edad es difícil reincorporarse al mundo laboral y Ángeles
ya lo ha padecido en primera persona: “A mí me han dicho que por el precio de un senior contrato dos junior y
que somos menos activos porque no nos adaptamos a los cambios”,
lamenta Ángeles con gesto de incredulidad. Ángeles intenta imprimir optimismo a
su situación: “Soy muy optimista, me levanto todos los días y me miro al espejo
diciéndome que voy a luchar por encontrar un trabajo y por aquellos que están
en mi misma situación”. Estas ganas
de luchar son las que le han llevado a crear una asociación de parados mayores de 50
años en Madrid. Cuenta que la idea –aunque ya le rondaba por la
cabeza- le surgió viendo el programa de Jordi Évole en LaSexta, en el que se
daba a conocer una asociación de parados mayores activos que había montado una
empresa de servicios en Santa Coloma de
Gramanet. Se puso en contacto con
ellos para recibir ayuda y asesoramiento, y en julio decidió montar una
asociación en Madrid para defender
el derecho a trabajar de los mayores de 50 años. En la misma cafetería de Vallecas donde nos hemos citado con Ángeles,
ella y otras 20 personas, que se hallan en su misma situación, comenzaron a
reunirse para sumar fuerzas en la ardua tarea de buscar empleo y dar muestras
de cohesión. “Es también una forma de
sentirnos útiles y no volvernos depresivos, porque a nuestra edad la mayor
dolencia que tenemos es escuchar a todo el mundo decir que ya no valemos para
nada”, cuenta muy afligida. Pasito a pasito, Ángeles está logrando dar
voz a los que se hallan en su situación; ya se ha reunido con Eva Durán, concejala del distrito de Vallecas,
con la subdirectora de Empleo del
Ayuntamiento de Madrid y pronto lo hará con la secretaria de Empleo de
UGT y CCOO. Conscientes de que el trabajo estable ya es “agua del pasado” y los
contratos indefinidos no significan nada, Ángeles y sus compañeros de
asociación están dispuestos trabajos puntuales como única alternativa para
sobrevivir mientras llega su edad de jubilación. ‘El País’ cumple a rajatabla la
reforma laboral del Gobierno: La ha criticado hasta la saciedad, sin
embargo el diario ‘El País’ no
ha tenido piedad en aplicar escrupulosamente la reforma laboral del Gobierno,
poniendo en la calle a 129 periodistas,
entre ellos nombres tan emblemáticos como los de Ramón Lobo, Juan José García del Moral, Julián Rojas o Javier Valenzuela.
El ERE de ‘El País’ se llevará a cabo
con una indemnización de 20 días por año trabajado y con el límite de
doce mensualidades. ESTRELLA DIGITAL se
ha puesto en contacto con Javier Valenzuela para que nos cuente sus impresiones tras quedarse en la
calle. “Me enteré el 10 de noviembre por un correo electrónico del Comité de
Empresa. Y el lunes 12 recogí en el periódico mi carta de despido y mi
indemnización, y, como en Up in the air, la película interpretada por
George Clooney, tuve que recoger de inmediato cuatro trastos y salir de allí a
la carrera. Al poco tiempo, me cortaron
el correo electrónico de empresa. Además, los documentos que me dieron
para inscribirme en el paro no son correctos y mi demanda ha sido rechazada de
momento por el INEM”, cuenta Javier Valenzuela. El conocido periodista y
escritor granadino asegura que las formas han sido “brutales” y acusa a Juan Luis Cebrián de haber aplicado en
‘El País’ el ERE más duro hasta el
momento de la prensa española. De esta forma, Valenzuela, de 57 años, ha
recibido 12 mensualidades por 30 años
de trabajo y con eso debe alcanzar la edad de jubilación. “Al lado de Cebrián, Pedro J. Ramírez, que
hizo en 'El Mundo' un ERE menos feroz, es Pablo Iglesias”, sentencia.
Javier Valenzuela ha trabajado durante tres décadas en ‘El País’. En 1986 fue
destinado a Líbano como corresponsal de guerra,
iniciando así un largo periplo por varios países: Marruecos, Francia y Estados
Unidos. También ha cubierto acontecimientos como enviado especial en Bosnia,
China, Egipto, Irán, Irak o Sudáfrica, entre otros países, y ha entrevistado a
figuras de fama mundial como Nelson
Mandela, el Dalai Lama, François Miterrand o George
W.Bush. Valenzuela le está muy agradecido a ‘El País’ por
haberle permitido llevar una vida aventurera en cuatro continentes y haberse
sentido muy a gusto con el tipo de periodismo riguroso, contrastado y bien
escrito que proponía este diario. Sin embargo, considera que el ERE del que ha sido víctima es solo una
etapa más de la decadencia de ‘El País’. “Este diario lleva
años de rumbo errático, pérdida de calidad y ofensas a sus lectores
progresistas”,
añade. Valenzuela recuerda a ESTRELLA
DIGITAL que los argumentos usados por Cebrián para despedirles son “grotescos”. Les ha tachado de “viejos”, “tercera edad”, “zombies”
y “analfabetos digitales”,
cuando realmente el propio Valenzuela y otros veteranos compañeros que fueron
despedidos tienen blogs, páginas web y cuentas en Facebook y Twitter desde hace
años. Por otra parte, hace un balance de los últimos años de este periódico y
de las causas que han desembocado en el
ERE de 129 periodistas: “La
gestión de Cebrián ha sido suicida. Ha demostrado una incapacidad manifiesta
para afrontar la crisis particular de la prensa impresa derivada de las nuevas
tecnologías”. Señala, además, que todo empezó a decaer cuando Cebrián dejó de
ser periodista y quiso convertirse en un
“tiburón mediático global”. Los grandes beneficios de ‘El País’ –cuenta-
se destinaron a compras “disparatadas”, y, como no eran suficientes, Cebrián
tiró del entonces fácil crédito bancario. A su edad, Javier Valenzuela no tiene vértigo ni miedo por el futuro que le
depara, y asegura que tiene asumido que en los próximos años deberá vivir con
bastante estrechez económica. No cree que le vayan a contratar en plantilla,
aunque en el mejor de los casos espera poder colaborar en algún medio. Hijo y
nieto de periodistas, por sus venas
fluye periodismo en estado puro, por lo que no ve su futuro sin hacer
otra cosa. “Lo haré donde me dejen y donde pueda; por tierra, mar o aire; en
soporte impreso o digital; en prensa escrita o audiovisual". La nueva
etapa que inicia también la aprovechará para escribir novelas policíacas. Obligada a jubilarse: Nadie
diría a juzgar por su aspecto y, sobre todo, por su espíritu tremendamente
joven que María Domínguez acaba de
cumplir 63 años. Llevaba en paro
casi un año desde que la despidieron de su último empleo como cocinera en un
bar, hasta que hace apenas unas semanas
decidió jubilarse. Hospitalaria y
dicharachera, María nos abre la puerta de su pequeño piso en San Martín de la
Vega para contarnos su pequeño gran drama. “Nada, no hay absolutamente nada de
trabajo. Llevo todo 2012 buscando
empleo y aunque he hecho varias entrevistas para trabajar en
hostelería, no me han llamado de ningún sitio; incluso estaba dispuesta a
trabajar limpiando o cuidando ancianos”, cuenta con tono amable y distendido
mientras acaricia a uno de sus perros. María cobraba la ayuda de los 426 euros, pero
con esta cantidad no tenía ni para pagar el alquiler de su vivienda. La única
oferta que recibió en todo este tiempo fue para trabajar como cocinera seis horas al día durante seis días a la
semana por un escaso sueldo de 450 euros, 26 más de lo que
percibe por estar en el paro. Ante la imposibilidad de encontrar un trabajo
digno, finalmente se ha visto obligada a arreglar su jubilación. Recibirá una
escasa pensión de 534 euros, ya
que no tiene los 15 años mínimos cotizados exigidos; sin embargo, ha podido
sumar el beneficio de 112 días por cada hijo parido –María tiene cinco- y así
poder jubilarse. “Es cierto que si
hubiera tenido los 65, me habrían correspondido 668 euros, pero es que
tengo muy claro que ya no voy a encontrar trabajo, y si me ofrecen algo será
peor de lo que me queda de jubilación”, cuenta convencida de la decisión
tomada.
A pesar de que le hubiera gustado continuar trabajando porque así se siente más
activa, María ve ahora mejor su futuro,
con algo más de optimismo porque es sabedora de que si no se hubiera jubilado,
su situación económica habría sido muy difícil. Entre sus planes de futuro como
nueva pensionista tiene planteado marcharse a Galicia -donde alquilar un piso
le costará menos que en Madrid- disfrutar de sus hijos y sus nietos, y llevar a
cabo un deseo que nunca ha podido llevar a cabo por trabajo: movilizarse y
manifestarse siempre que pueda contra cualquier situación de injusticia en
España. Noviembre – 2012.
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