A veces la vida te propina dos bofetones bien
dados, de repente, sin previo aviso que sacuden tu cuerpo, te despeinan y
remueven tu vida desde lo más profundo de tu ser. A bote pronto te sientes de golpe dentro de una
pesadilla de la que no puedes escapar. Es una inmersión en el lado oscuro tan intensa, tan sofocante y tan
desesperante…Ves y oyes a los demás muy lejos y sin comprender sus palabras,
aunque todos se afanan en darte la mano para que no te ahogues y te envían
mensajes de calma. El miedo se apodera de
todo y se obstina en manejar la situación arrastrándote al fondo, evitando que
respires…y cuando crees que ya estás abajo, que todo está perdido, que la
pesadilla te ha vencido, que el miedo cobardemente te ha entregado a las
tinieblas…compruebas que a pesar de todo sigues respirando…???...Doy fe de que
cuando se toca fondo se acaban desarrollando branquias para respirar y seguir
viviendo donde sea que nos sitúen ciertos acontecimientos. Al igual que se
aprende a caminar por el profundo fango
con cierta soltura para no pisar a nadie ni levantar nubes cenagosas…Es cuando se comienzan a comprender las
palabras de todos aquellos que están ayudándote a gestionar lo que crees que es
tu peor pesadilla. Es cuando comienzas a entender dónde estás y qué estás
haciendo, y que aunque todo parece difícil, complicado, desconocido porque es
la primera vez que estás ahí y haciendo eso, todo está saliendo bien. O
saliendo de acuerdo a las condiciones o circunstancias. Entonces el miedo se
calma, se sienta a tu lado pero te permite hacerte cargo de la situación.
Empiezas a colaborar con las personas que te están ayudando a respirar, a salir
a flote, a hacer lo que tienes que hacer, a descubrir que la pesadilla no es
real, empiezas a hacer lo que te explican y como te lo explican y compruebas
que tú puedes. Puedes desde tus posibilidades, que siempre son más de las que
te imaginas. Empiezas a reconocer a toda esa gente que antes apenas veías, les
pones cara, nombre, empatizas y empiezas a saborear la interacción con ellos. Y en algún momento sientes que sí, que
puedes, ¿por qué no habrías de poder? Y
se abre tu mente y despliegas tus alas y vuelves a ser tú mismo aunque tu
hermano pequeño “miedo” se quede asustado junto a ti para que no te despistes y
puedas tropezar o pisar mal. Y cuando te conectas
con lo que te rodea, te integras en el escenario y te sientes parte del guión
descubres los tesoros que la pesadilla te ocultaba…un mar de pequeñas historias
maravillosas donde encuentras seres llenos de Luz como en los cuentos, que te
enseñan que, a pesar de todo y que, pase lo que pase, la vida es el milagro que
se contiene en una sonrisa, en un ¿cómo estás?, en un…que tengas buen día…o en
compartir un café de la máquina que se traga las monedas.
Gracias mil a todos esos seres luminosos que he conocido en el Hospital
Ramón y Cajal de Madrid…especialmente en el Servicio de Nefrología…
A.D.A.
2015
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