Me llena de
perplejidad y estupefacción comprobar que cuando alguien abandona este mundo
brota una insana intención de elevarlo a los altares “en modo
cuasibeatificación”. Lo más deslumbrante y fascinante es que aquellos que más
te encumbran se han afanado previamente en omitir tu existencia y hasta tu
nombre, y te han dado codazos a dos brazos para que no volvieras a salir en sus
fotos. Practican sin pestañear el “ego me absolvo” de todo y me pongo el mundo
por montera. Eso sí, son increíblemente generosos repartiendo culpas, pecados
ominosos y crueldades abyectas que perjuran y perjuran que cometen los
demás. Niegan lo innegable, refutan lo
irrefutable y finalmente llegan a autoconvencerse de que todos los demás
fueron, efectivamente, los que mataron a Manolete. Tanta hipocresía descarnada
me hace dudar de haber escogido a la especie adecuada para esta
reencarnación…Tengan cuidado ahí fuera…A.D.A.
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