En una tarde, como tantas tardes,
y en un gran parque de ciudad lejana,
para evadirse del rumor ajeno
para evadirse del rumor ajeno
conmigo misma paseando estaba.
Era el frescor intenso,
Era el frescor intenso,
se veían sobre los verdes las señales de agua,
agua primaveral que da a la tierra
agua primaveral que da a la tierra
cierta sensualidad que nos exalta.
En un remanso del florido parque,
En un remanso del florido parque,
junto a un banco de piedra verde y blanca,
un gran rosal lucía en la penumbra
-la tarde ese momento declinaba-.
Me senté a reposar y ancho perfume sentí
que en mis sentidos se adentraba,
y se me vino al alma extraña angustia.
El ala de un recuerdo aleteaba...
El ala de un recuerdo aleteaba...
¡Ah, sí, ya. sé!...
¡Perfume de unas rosas!...
¡Otro país!... ¡El mío!...
¡Ya llegaba
a comprender por qué!...
a comprender por qué!...
¡Era en sus brazos donde
un perfume igual yo respiraba!
Concha Méndez
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