miércoles, 15 de febrero de 2012

Acerca del sosiego.

Las zonas iluminadas de tu mente de Ramiro Calle (págs. 59-60).
 
“En una ocasión varios discípulos, tras haber oído a su maestro exhortarles una y otra vez al sosiego, le preguntaron:
- Pero ¿por qué es tan importante la calma?
El maestro les dijo:
- Acercaos al tramo del río en el que la corriente fluye muy intensa y miraos el rostro en sus aguas. Decidme luego qué habéis visto.
Así lo hicieron los discípulos y cuando volvieron, le dijeron al mentor: - Apenas se veían nuestros rostros; lo más que conseguíamos era contemplarlos sumamente deformados.
- Pues ahora – sugirió el preceptor -  id a un tramo del río donde sus aguas se remansen y miraos la cara. Luego me contáis lo qué habéis visto.
Tras haberlo hecho así, los discípulos regresaron junto con al maestro y le dijeron:
- En las aguas remansadas del río hemos podido contemplar con toda fidelidad nuestras caras.
- ¿Lo comprendéis? – dijo el maestro-. Cuando hay calma, hay visión justa y precisa.”
Sólo de la calma brota la sabiduría que nos hace más reflexivos y nos permite pensar con sosiego, hablar con sosiego y con sosiego proceder.

Las zonas iluminadas de tu mente de Ramiro Calle(págs. 65).
 
“Un mentor espiritual le dijo a su discípulo: “El gran secreto está en la observación” y le exhortó a que durante días el joven se sentase a la orilla del mar y observara, pero sin discursos mentales ni innecesarios análisis. Así lo hizo el discípulo a lo largo de varios días. Observó el sol reflejándose sobre las aguas del océano, unas veces tranquilas y otras encrespadas; observó las leves ondulaciones de las aguas cuando la mar estaba en calma y las olas gigantescas cuando llegaba la tempestad; observó y observó, atento y ecuánime, meditativo y alerta. Y así, paulatinamente, se fue desarrollando en su mente la comprensión y el verdadero sosiego. Cuando regresó junto al maestro y ést le preguntó si había comprendido a través de la observación, el discípulo repuso:
-  Así ha sido. Unos días de observación me han hecho comprender. El sol es nuestro ser interior, siempr brillante, luminoso, inalterado. Las aguas no le mojan y las olas no le alcanzan; es ajeno a la calma y la tempestad aparente, porque siempre permanece, imperturbable, en sí mismo.”

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